La prisión de la Ira y cómo destruye tu vida
Luego de aquellas palabras… algo nació dentro de mí, algo que estaba fuera de mi control. Fui arrojado a la Prisión de la Ira.
Sentí la sangre calentarse. Se me nubló la visión. Se me ofuscó el pensamiento y mi cuerpo comenzó a temblar. Un nudo se formó en mi pecho y tuve que apretar los puños. Una sensación explosiva corrió por mi cuerpo de pies a cabeza y golpeé la pared con todas mis fuerzas. Sin darme cuenta encontré que mi puño abrió un agujero en la lamina de yeso que era la pared. Sorprendido, jalé mi mano y pequeñas piezas de yeso terminaron de caer al suelo. Miré mi puño emblanquecido y me pregunté…
…¿qué demonios había ocurrido?
Esa fue la primera y única vez que golpeé una pared; agradezco que fue una pared de yeso y no una de concreto porque las consecuencias hubieran sido mucho peores. Me da vergüenza admitirlo pero todo ocurrió porque discutía con mi esposa. ¿De qué? No recuerdo. ¿Era importante? Claramente no.
Pero todo ocurrió porque yo lo permití. Deje que mis emociones me consumieran y me adentré en la prison de la ira.
La ira es un tema con el que la gran mayoría de los hombres podemos identificarnos. En gran parte se nos ha enseñado de una u otra manera que perder los estribos, gritar, insultar y pelear, es de hombres. Si en determinada situación un hombre no responde de esa manera es una señal de debilidad porque no está a la talla del desafío.
Esta es una de las idioteces más grandes que nos ha enseñado la sociedad.No estás autorizado para disfrutar de este contenido.
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