Caballero

La Indiferencia: el escudo emocional de los hombres

Es evidente allí donde voy. 

Sale a relucir cuando hablo con hombres o cuando expongo mis ideas acerca de lo que significa ser un verdadero Caballero. 

Está presente siempre cuando el momento es importante, emocional o relevante. 

Hablo de la indiferencia. 

La gran mayoría de hombres en nuestra cultura son completamente indiferentes ante la vida, al menos en los momentos importantes. 

Hace poco tuve el placer de hablar con un pequeño grupo de hombres. Hablamos de temas importantes que nos afectan a todos. Durante el transcurso de la plática, noté algo interesante: el grupo estaba dividido. Una mitad estaba conectada con la información, respondían a las preguntas y hacían las suyas también, prestando atención porque lo dicho les importaba. La otra mitad estaba completamente desconectada con el tema en cuestión. Podía ver sus ojos perdidos en el aire, quizás pensando en algo mejor que hacer. Cuando llegaba el momento de intervenir y comunicar sus pensamientos, ninguno lo hizo.

En cierto punto, mencioné realidades duras que, como hombres, tenemos que encarar si queremos mejorar. Fue en esos momentos cuando la diferencia entre las dos mitades se hizo evidente ante mis ojos.

Un grupo utilizaba la indiferencia como escudo

el otro, pateó la indiferencia a la cuneta porque quería el posible beneficio que el momento podía ofrecerles.

No voy a mentir, aunque llevo mucho tiempo hablando delante de diferentes grupos de personas -algunas audiencias son tan hostiles como una turba armada-, esta charla me afectó más de lo usual. No porque me hubiera sentido ofendido, ni mucho menos -luego de hablar en público algunas veces te das cuenta que no todos los oyentes prestan atención-, sino porque todavía no puedo entender cómo un hombre prefiere optar por la indiferencia en lugar de crecimiento.

Lo cierto es que no los culpo. No puedo. Como yo, fueron criados con la indiferencia como baluarte. Hasta cierto punto tiene sentido. En nuestra cultura, el hombre para ser hombre, debe apelar a la rebeldía, malos hábitos, infidelidad o bravuconearías. Si no eres partícipe de estas conductas, la indiferencia es la solución. Actuar como hombre, macho, es ignorar todo aquello que sea relevante para una buena vida, emocional u honorable. Bien se trate de un velorio o de un ascenso de trabajo, lo importante es mostrarse como si no nos importara, como si no nos afectara. De alguna manera se nos ha enseñado que esa actitud nos otorga respeto, valía y entereza, cuando en realidad, conseguimos lo opuesto.

Entonces, ¿qué es la indiferencia?

La indiferencia es un escudo que los hombres utilizamos para apartarnos emocionalmente de la situación y aparentar que nada nos afecta o compete.

Cada vez que algo o alguien nos alerta de la relevancia de un hecho, sacamos nuestro escucho volteando los ojos, bufando en desagrado, diciendo algo gracioso o fuera de lugar. Lo importante es alejarnos los más posible de la situación que tenemos delante de nosotros.

La indiferencia, más que un escudo, es un peso que nos estanca. Si echamos la indiferencia a un lado no tenemos otra solución mas que enfrentar la situación. No existe escape. Lo que nos obliga a escrutinar nuestro ser y responder/reaccionar con sinceridad, y eso, es justamente lo que tratamos de evitar en primera instancia, revelar nuestro interior.  

Es que de alguna manera nuestra cultura machista nos ha llevado a pensar que un hombre sin emociones es un macho de verdad. Lo contrario, es ser mujer pero, si las emociones no fueran necesarias para el hombre, Dios no nos las hubiera dado. Y no hablo de llorar desconsoladamente con una mano en el pecho cada vez que una situación se presenta. Caballeros, eso es ser dramático, no emocional. Me refiero a bajar las defensas de lo que somos y recibir el peso de lo que tenemos delante de nuestros ojos.

Tenemos que dejar que la situación nos toque.

¿Por qué? Porque si no lo hacemos nos mantendremos inamovibles, sin cambio, como si la experiencia no hubiera ocurrido, y esto, es una desgracia.

¿Cómo pretendemos evolucionar en nuestra mejor versión si no permitimos que nada nos toque, cambie ni persuada? ¡Imposible!

  • ¿Cómo puede un hombre cambiar si cuando alguien le dice: “cierra la boca y respeta a las mujeres”, en lugar de escuchar el duro comentario, responde con un: “yo las respeto, pero si ellas no se respetan a sí mismas, no es culpa mía”? -risas, risas, risas.
  • ¿Cómo puede un hombre ser mejor si cuando se entera que la pornografía y la lujuria son nocivas, que destruyen relaciones, en lugar de meditar en ello, lanza un bufido mientras piensa: “bueno, serán malas, pero no estoy hecho de palo”?
  • ¿Cómo puede un hombre alcanzar nuevos niveles si cuando alguien le comenta que la vida espiritual es crucial y algo que debe considerar, en lugar de abrir la mente a la posibilidad de Dios, dice: “pfff, yo para religioso no sirvo”? -Se da media vuelta y nunca cosecha su vida espiritual.
  • ¿Cómo puede un padre ser mejor si cuando alguien le dice: “tu hijo necesita de ti, dedícale tiempo, dale amor, ayúdalo”, en lugar de mirar a su hijo con el corazón primero, lo hace de reojo y responde: “a mi me tocó aprender solo” y continúa viendo televisión?

Estos son sólo algunos ejemplos, pero esta actitud indiferente se refleja en todas las áreas de nuestra vida.

Esta conducta ha sido, y es, una de las peores herencias de generaciones pasadas. El resultado es evidente:

Hombres incapaces de mejorar o siquiera con deseos de hacerlo.

Hombres que viven sin intencionalidad que enfrentan el día a día de la misma manera porque, si nada puede tocarte y forzarte a cambiar, la monotonía de la vida se convierte en la vida en sí misma.

En resumidas cuentas, ¡hombres que no son hombres!

Esto tiene que parar. ¡Ya basta!

Basta de continuar promoviendo una ideología que no funciona y que no beneficia en ninguna manera. Debemos elevar nuestro nivel al de un verdadero Caballero, la mejor versión de hombría y masculinidad que existe.

Un Caballero entiende que cada situación está creada para su aprendizaje y, por lo tanto, no puede sacudirsela como si no existiera. Por el contrario, toma la experiencia, la recibe -así duela, lo haga vulnerable o la odie por completo-, medita en ella y crea un cambio importante en su vida. En pocas palabras, un Caballero, vive con intencionalidad cada instante, por lo que se encuentra en constante mejoría.

La indiferencia no tiene cabida en la vida de un Caballero.

Ahora, es momento de que cambies, porque, la indiferencia, te ha robado lecciones invaluables.

Lo primero que debes hacer es comenzar a detectar la indiferencia, no sólo en ti, sino en los demás. Usualmente es más sencillo percibirla en otros hombres que en nosotros, así que es un buen lugar donde comenzar. Cuando lo hagas, te será evidente que el hombre actuando con indiferencia sólo quiere mantener la máscara de machismo, orgullo y aparente confianza

Esto no es más que cobardía. En lugar de aceptar el momento por lo que es, decide esquivarlo con indiferencia. Esa no es una actitud honorable.

Luego comenzarás a notarla en ti. Lo sabrás porque, cuando una situación se presente o alguien te diga algo, levantarás el escudo de la indiferencia de inmediato, tendrás ese pensamiento en la mente dispuesto a expresarlo, pero, habiendo visto la ineficacia de esta estrategia en otros, identificarás el peso de la indiferencia. Entonces podrás echarla a un lado para recibir nuevas experiencias, palabras o enseñanzas.

Así estarás un paso más cerca de convertirte en un Caballero.


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Pedro Mauco

Pedro Mauco

Pedro Mauco es un esposo, padre, entrepeneur y Fundador de Tribu de Caballeros.

Desde muy pequeño notó que existía una diferencia notoria entre hombres. Algunos parecían llevar sus vidas de mejor manera o sobresalían de manera positiva en comparación con el resto. Pronto Pedro entendió cuál era la mejor manera de vivir para un hombre.

Pedro cree que el mundo puede cambiar si la gran mayoría de los hombres decide vivir a la altura de sus responsabilidades, y se convierten en la mejor versión de ellos mismos. Su misión es sencilla: ayudar a millones de hombres a convertirse en Caballeros.

1 Comment

  1. Santy
    septiembre 4, 2019 at 3:06 pm

    Muy bueno